Rosario Central y la búsqueda de la regularidad bajo el mando de Lequi

El proceso de evolución que Rosario Central inició tras el nombramiento de Matías Lequi como entrenador aún está lejos de consolidarse. Si bien hubo momentos en los que el equipo pareció encaminarse, la irregularidad ha sido el rasgo dominante. El equipo da pasos hacia adelante, pero rápidamente retrocede, complicando su búsqueda de objetivos. Los tiempos se acortan, y la presión aumenta a medida que la consolidación sigue siendo esquiva.

Un dato curioso, pero llamativo, es que desde que Lequi fue confirmado como técnico permanente, Central no ha podido volver a ganar. Esta situación resalta los desafíos que enfrenta el equipo en su intento por reencontrarse con el éxito y la estabilidad. A pesar de algunas actuaciones prometedoras, la inconsistencia ha sido una constante que ha minado los esfuerzos por generar confianza en el plantel y la hinchada.

La autocrítica de Lequi y los altibajos

Lequi ha sido claro en su diagnóstico: “Tendremos que entrenar más porque está claro que con lo que estamos haciendo no alcanza”. Esta declaración, pronunciada después de la derrota ante Platense, refleja una autocrítica necesaria y apunta a que el problema es real y evidente para todos. El técnico ha reconocido que el equipo no está logrando los resultados esperados y que se necesita mayor trabajo para corregir los errores que han afectado el rendimiento.

La irregularidad de Central bajo el mando de Lequi debe entenderse en un contexto general donde las exigencias del torneo local se entrecruzan con la competencia internacional, sumando aún más presión a un equipo que lucha por remontar posiciones. En este escenario, la falta de consistencia se convierte en un obstáculo insuperable si no se logra corregir a tiempo.

Análisis reciente: de la esperanza a la frustración

En los últimos partidos, Central ha dejado muestras de su capacidad para competir a un nivel alto, pero también ha evidenciado fallos que le han costado caro. Tras una gran victoria contra Atlético Tucumán, llegó el desafío de visitar La Bombonera. Si bien el resultado fue una derrota, el rendimiento del equipo mostró una reacción destacable. A pesar de los errores cometidos en el inicio del partido, el equipo logró competir, dejando la sensación de que había dado un paso adelante, a pesar del revés final.

Sin embargo, esa sensación positiva no perduró. En el siguiente partido, ante Talleres, y con dos semanas de trabajo por el parate de las eliminatorias, Central no logró consolidar lo poco bueno que había mostrado. Aunque se rescató un empate en el final, el equipo volvió a exponerse a errores que comprometieron su rendimiento.

A pesar de esto, el equipo mostró capacidad para sobreponerse a situaciones adversas y parecía tener algunos elementos sobre los que podía apoyarse para lograr un crecimiento sostenido. Sin embargo, esa bronca contenida por haber dejado puntos en el camino no se tradujo en mejoras para el siguiente partido.

El retroceso ante Platense y el futuro incierto

La visita a Platense fue otro golpe duro para el equipo. El retroceso fue evidente, tanto en el resultado como en el rendimiento. Central cayó en un pozo futbolístico, y su estado emocional también se vio afectado. Aunque tuvo la oportunidad de igualar el partido con un penal en el último minuto, fallado por Maximiliano Lovera, el equipo mereció quedarse sin nada. La derrota en el estadio Ciudad de Vicente López evidenció que, a pesar de los intentos por mejorar, el equipo sigue atrapado en un ciclo de avance y retroceso.

La derrota ante Platense marcó una clara involución respecto a lo que se había visto en partidos anteriores. Después de un desempeño positivo contra Atlético Tucumán y una destacable reacción ante Boca, Central parecía haber dado un paso al frente. Sin embargo, lo sucedido en Vicente López mostró que el equipo aún está lejos de alcanzar la consistencia necesaria para competir al más alto nivel.

La necesidad de estabilidad y el desafío de los tiempos

Central está inmerso en una carrera contra el tiempo. El equipo necesita acelerar el ritmo si quiere alcanzar los objetivos planteados, pero para ello es fundamental evitar la alternancia entre avances y retrocesos. La consolidación debe ser continua, y el equipo no puede permitirse más tropiezos si desea mejorar su posición en la tabla y ser competitivo en los torneos en los que participa.

El desafío es enorme. El fútbol argentino exige resultados inmediatos, y Central no escapa a esa presión. Lequi y su cuerpo técnico deberán encontrar las soluciones para estabilizar al equipo, mejorar el rendimiento y generar la confianza necesaria para enfrentar los próximos desafíos con mayor solidez.