
Según contaron testigos, todo comenzó cuando agentes de tránsito de Lanús advirtieron que una camioneta BMW color negra, con los vidrios polarizados, había pasado un semáforo en rojo y le dieron la voz de alto.
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Al detenerse, advirtieron que se trataba de Centurión. Pero lo peor estaba por llegar, ya que luego de señalarle que había cometido una infracción y que había puesto en peligro su vida y la de un grupo de chicos que intentaba cruzar la calle para ir al colegio, le avisaron que iba a ser sometido al tradicional control de alcoholemia. Pero el futbolista se negó.
Ante esta actitud, los agentes procedieron a llevarse el auto de Centurión, desde donde emanaba un fuerte olor a alcohol. Enojado y molesto, el hombre de Racing atinó a cubrirse la cabeza con un buzo para no ser reconocido pero ya era tarde. Así, caminó unos metros y paró un taxi para retirarse del lugar.
Saber si iba o recién volvía de algún lugar es uno de los interrogantes que quedó flotando en el aire. Y que seguramente Víctor Blanco y Eduardo Coudet, presidente y director técnico de Racing, respectivamente, charlarán con el hombre que hasta hace unos días había sonado para integrar la Selección argentina.