Omar Palma, el último adiós: el ídolo que será eterno en el corazón de los canallas

El fútbol rosarino despide a una de sus máximas glorias, Omar Arnaldo Palma, quien falleció el lunes 7 de octubre, coincidentemente el Día de Rosario. Este martes por la mañana, los restos del “Negro” fueron trasladados al cementerio de Granadero Baigorria, donde serán cremados. El último adiós estuvo cargado de emoción, con una despedida que dejó marcado el alma de todos los hinchas de Rosario Central.

El velatorio, realizado en el Salón Centenario del Gigante de Arroyito, culminó a las 10 de la mañana cuando el féretro de Palma fue sacado del salón para recorrer por última vez el túnel del estadio, como en aquellas gloriosas noches donde el “10” lideraba al equipo canalla. El recorrido concluyó en el verde césped, donde el ataúd fue depositado en uno de los autos, listo para comenzar su último viaje.

Un adiós entre aplausos y recuerdos imborrables

La salida del féretro de Omar Palma estuvo acompañada por un cerrado aplauso desde las tribunas, un tributo de todos los presentes que acudieron para darle el último adiós. Las gradas del Gigante de Arroyito se llenaron con hinchas, compañeros y amigos que no quisieron perderse este momento tan significativo. Con bombos y platillos, la marcha de Rosario Central se escuchó como un eco que resonaba en los corazones de los presentes, mientras las lágrimas y las sonrisas de gratitud se mezclaban en el aire.

“Gracias, Tordo”, exclamó un hincha desde la platea, en un gesto de gratitud y cariño hacia quien fue un símbolo inigualable de la historia del club. Cerca de esa zona, el presidente de Central, Gonzalo Belloso, y el exdirector técnico del club, Miguel Ángel Russo, compartían el momento conmovidos por la partida del ídolo.

Una vuelta olímpica cargada de nostalgia

El adiós a Palma no podía ser sin un homenaje digno de su estatura como jugador. En la mitad de la cancha, junto a la Copa Conmebol de 1995, uno de los trofeos más importantes en la historia del club, y una camiseta que usó el Negro en aquella inolvidable noche del 19 de diciembre, el coche fúnebre realizó una vuelta olímpica, como si el astro estuviera nuevamente recorriendo el césped que lo vio brillar.

Mientras el coche avanzaba por el campo, se escuchaba el grito de los hinchas: “Olé, olé, Negro, Negro”. Fue una despedida tan cálida como desgarradora. Algunos hinchas alzaron la voz para brindar apoyo a Marina, la esposa de Omar Palma, que estaba presente en uno de los momentos más difíciles de su vida. “El pueblo canalla está con usted, Marina”, gritó uno de los fanáticos, reafirmando la unión de toda la familia auriazul en este doloroso adiós.

El campeón que se fue con su gente

El último recorrido del coche fúnebre terminó por la puerta que da hacia calle Génova, desde donde partió hacia Granadero Baigorria. En el trayecto, los aplausos se intensificaron. Las ofrendas florales y el coche que llevaba los restos del querido jugador pasaron frente a los hinchas que, con dolor, decían adiós. Finalmente, a las 10:30, los autos con los familiares ingresaron al cementerio, acompañados por más hinchas que esperaron en la entrada del lugar para rendir tributo.

La última muestra de cariño y respeto se vivió cuando, al bajar los restos del “10” al cementerio, se escuchó el canto “Dale campeón”, una despedida acorde al hombre que más títulos levantó en la historia profesional de Rosario Central. A las 10:45, el cuerpo de Omar Palma quedó en el cementerio, aunque su legado será eterno para el pueblo canalla.

Un ídolo para siempre

El “Negro” Palma, con su número 10 en la espalda, dejó una huella indeleble en la memoria de Rosario Central y en el corazón de sus hinchas. Fue, sin duda, el jugador más ganador en la historia del club, pero más allá de los trofeos y las glorias futbolísticas, lo que más recordarán quienes lo vieron jugar es su amor por la camiseta auriazul y su capacidad para generar momentos mágicos con la pelota en los pies.

Ya no estará físicamente, pero su legado permanecerá en las canchas y en los relatos de aquellos que lo vieron brillar, en las anécdotas que contarán los abuelos a sus nietos sobre esa gran Copa Conmebol del 95, y en cada grito de gol que resuene en las tribunas del Gigante de Arroyito.

Omar Arnaldo Palma no solo fue un gran jugador, fue un símbolo, un capitán y un ídolo inmortal que siempre será recordado por su entrega, su fútbol y su amor por Central. Hasta siempre, Negro, y gracias por tu fútbol.

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