
San Lorenzo atraviesa un momento delicado tras una sorpresiva irrupción de barrabravas en el entrenamiento del equipo, generando una atmósfera de tensión máxima. Un grupo de aproximadamente 40 barras ingresó en la cancha auxiliar donde entrenaba el plantel, en un claro intento de apretar a los jugadores y exigirles una reacción inmediata. Según informaron fuentes cercanas, los barrabravas accedieron al campo en tres grupos, entrando simultáneamente por cada uno de los accesos disponibles al predio.
El reclamo de los barras: un ultimátum al plantel
De acuerdo a lo reportado por TyC Sports, los barrabravas no se guardaron nada en su mensaje. «Se tienen que dar cuenta de la camiseta que tienen puesta. Esto es un desastre. Si de verdad está todo bien y ustedes están unidos, demuéstrenlo el domingo», fueron las palabras que resonaron en el campo, en un claro ultimátum a los jugadores. La presión no solo fue deportiva, sino también una advertencia al grupo respecto a su compromiso con el club y con su hinchada, que vive con frustración la mala campaña en la Liga Profesional.
Respuestas en el vestuario: jugadores buscan calmar las aguas
Ante la escalada de la situación, tres referentes del plantel tomaron la palabra para intentar contener el desborde. Gastón Campi, Matías Reali y Sebastián Blanco fueron los encargados de responder a los reclamos de los barrabravas, mostrando su compromiso con la camiseta y pidiendo tiempo para revertir el mal momento. Además, aprovecharon la ocasión para exponer su malestar con la dirigencia del club, denunciando algunos incumplimientos que también estarían afectando el rendimiento del equipo. Esta postura, aunque valiente, no hace más que evidenciar la profundidad de la crisis que atraviesa el club, no solo desde lo futbolístico, sino también en términos de gestión institucional.
Un empate que desató el caos: San Lorenzo, en caída libre
La irrupción de los barras en el entrenamiento fue la consecuencia directa de una racha negativa que parece no tener fin. El empate 1-1 frente a Godoy Cruz, en la fecha anterior, fue la gota que colmó el vaso. En ese encuentro, San Lorenzo desperdició la oportunidad de llevarse los tres puntos cuando el delantero Francisco Fydriszewski intentó picar un penal en el último minuto, solo para encontrarse con la imponente figura del arquero mendocino, Franco Petroli, quien atajó el disparo y selló el empate.
Este resultado dejó al equipo del Bajo Flores en una comprometida vigésimo cuarta posición en la Liga Profesional, acumulando apenas 18 puntos y generando un ambiente de creciente frustración en su hinchada. La falta de victorias y el pobre rendimiento han sido el detonante de la desesperación que ahora se refleja tanto en la hinchada como en el vestuario.
Romagnoli renuncia: un golpe más para San Lorenzo
La presión también alcanzó al cuerpo técnico. Leandro Pipi Romagnoli, símbolo del club y director técnico hasta la fecha, decidió dar un paso al costado tras el empate contra Godoy Cruz. Su salida, aunque previsible, representa otro duro golpe para el club, que sigue sin encontrar estabilidad en el banquillo. Romagnoli será reemplazado interinamente por Damián Ayude, quien deberá asumir la responsabilidad de intentar revertir la situación en un contexto extremadamente hostil.
Barracas Central, próximo desafío: la última chance para enderezar el rumbo
El próximo partido de San Lorenzo será este domingo, cuando reciba a Barracas Central en el Nuevo Gasómetro a las 19:30, por la decimoctava fecha de la Liga Profesional. Este encuentro se presenta como una oportunidad vital para el equipo de recuperar algo de confianza y evitar que la crisis deportiva se profundice aún más. Con la hinchada al límite de su paciencia y un plantel que ya ha sido presionado por los barrabravas, el margen de error es prácticamente inexistente. San Lorenzo deberá mostrar una reacción inmediata si no quiere que la situación se torne insostenible.
La expectativa alrededor del partido es enorme. No solo por la necesidad de sumar puntos, sino también por la exigencia de demostrar, tal como lo reclamaron los barras, que el equipo está unido y comprometido. El desafío para Ayude y sus dirigidos es mayúsculo, y cualquier resultado que no sea una victoria podría terminar de encender la mecha de una crisis mayor, tanto en lo deportivo como en lo institucional.